lunes, 15 de marzo de 2010

EL ENGAÑO DE LOS FALSOS CRISTIANOS



Últimamente escuchamos mucho de los predicadores hoy en día que aumentan el ego, el orgullo, de las personas, diciéndote: “Tú puedes adquirir dinero en forma constante.” “Tu mejor vida es ahora”, “eres un campeón”. Esta doctrina falsa y diabólica de la prosperidad, los hace alejarlos de la dependencia de Dios y permite un acercamiento a la auto-suficiencia. Estos predicadores esconden el verdadero mensaje del Evangelio de Jesucristo.


El Diablo no quiere que la gente sea salva, transformada por la fe en Cristo Jesús; quiere que la gente sea engañada aun en el cristianismo, al ser engañados por estos predicadores. Están creyendo así en sus propios esfuerzos, en sus logros que obtienen por su fuerza interior. Ellos no creen en un Cristo que vino a morir por nuestros pecados, predican el mensaje que si nos arrepentimos de nuestros pecados a través de la sangre de Jesucristo hay perdón de pecados. Por lo tanto, tenemos que reconocer que somos pecadores y que hemos estado lejos de Dios. En cuanto al sacrificio que Dios hizo en la cruz del Calvario hace más de 2000 años, nos preguntamos: ¿En dónde han dejado el mensaje de Cristo? ¿Dónde está el mensaje de las Buenas Nuevas? ¿Y el mensaje de salvación y de arrepentimiento? En Mateo 3:2 Jesús dice: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Arrepentirse no quiere decir solamente hacer una simple oración de fe y arrepentirse de los pecados. ¡No! Tiene que ser un arrepentimiento genuino de tal forma que nuestra vida cambie a tal punto que aborrezcamos el pecado. Otro engaño es haber seguido los pasos mencionados anteriormente pero nuestra vida sigue siendo igual que antes, entonces vemos que la oración no ha sido genuina. En este caso no le estamos abriendo el corazón a Dios, sin embargo el verdadero Evangelio de Dios requiere que nos arrepintamos y sigamos una vida de santidad. No se trata solamente de orar y decir al Señor, creo en ti y soy salvo. ¡No! ¡Es mucho más que eso! Dios demanda mucho más de ti. En Mateo 16:24-25 leemos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. En Mateo 7:13-14 encontramos otro texto desafiante: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Es decir que son pocos los que quieren sufrir por el Evangelio de Jesucristo, renunciar al pecado y vivir una vida santa. A eso se refiere Dios cuando habla de la puerta estrecha. Nosotros como cristianos tenemos que negarnos a nosotros mismos y seguir a Dios, imitar sus pasos, aborrecer el pecado y siempre tener hambre de Dios. Esto no quiere decir de tener hambre por el dinero, hambre por el éxito, sino hambre para que millones de personas puedan conocer el Evangelio de Cristo, puedan tener un verdadero arrepentimiento y puedan ser salvos por Jesucristo. Nadie quiere entrar por esa puerta porque cuesta mucho. En Gálatas 1:6-8 tenemos la siguiente exhortación: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.” Anatema significa maldito. Dios aborrece cuando no predicamos el verdadero evangelio y estos pastores reúnen en sus Iglesias miles de personas hambrientas pero ellos sólo alimentan el ego de ellas con sus mensajes motivacionales, diabólicos, y el hecho de que haya bastante gente en sus Iglesias, es porque les hablan cosas bonitas y refrescantes tales como: “¡Tú puedes! ¡Tú eres un campeón! ¡Tú, tú, tú!... ¡Yo, yo, yo!” ¿Y qué pasó con el Evangelio de Cristo? ¿Dónde está Dios? En 1ra de Juan 4:5 encontramos: “Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.” Esos predicadores son del mundo y por eso tienen bastante éxito y sus iglesias están llenas porque hablan las cosas del mundo. No cambian la vida de pecado ni tampoco siguen una vida en santidad. Pero como Dios quiere que lo imitemos cada día y en todo momento, les aseguro que más de la mitad se va y se alejan de la Iglesia.


Les invito que si leen esta reflexión le pidan a Dios con todo corazón que los llene del Espíritu Santo cada día, que nos unamos como luz para que nos permita enfrentar al enemigo y no tome partida en cada vida para que prediquemos el verdadero Evangelio de Cristo, así como él lo hizo.


Dios te bendiga siempre con todo el amor para la salvación de los Hijos de Dios.


Atentamente,


HELDER CERRITO